¿Cómo aprendí a invertir en bolsa?
Invertir en bolsa es un camino lleno de rosas, espinas y sorpresas. En este artículo te voy a contar mi experiencia personal desde cero. Lets go!
Por Javier Narvaez
Mis inicios de invertir en la bolsa
Allá por la primavera de 2011, leí de casualidad un tweet de Jesús Encinar, el fundador de Idealista, en el que decía que cualquiera que hubiera leído «Padre rico, padre pobre» sabía cómo funcionaba el dinero. Me llamó la atención pero ahí se quedó. En ese momento estaba llevando un negocio online y no tenía tiempo para nada. Sin embargo, al año siguiente abandoné el proyecto. Busqué y leí el libro de Kiyosaki y cuando lo hice, la cabeza me hizo un click y seguí leyendo otros de sus libros como Cashflow Quadrant y Guide to investing.
En esa época tenía un amigo que jugueteaba comprando acciones españolas y yo veía cómo se alegraba mientras consultaba las cotizaciones en la playa. Me llamó la atención la idea de ganar dinero desde la orilla. Era un poco iluso y parecía más fácil de lo que era en realidad, pero bueno.
Investigando por mi cuenta para aprender a invertir en bolsa, llegué a foros de internet donde hablaban de economía, de trading y de inversión por dividendos. Durante seis meses estuve leyendo contenido en internet, escuchando podcasts… pero no fue hasta después de Navidad que me atreví a dar el paso.
Mi primera compra fue en enero de 2013, y, déjame decirte, no se basó precisamente en un análisis exhaustivo de la empresa. Fue más bien una recomendación de un amigo: que su cuñado le había dicho que comprara Banco Santander (BME:SAN) «porque iba a subir». Recuerdo cómo me temblaba el pulso y como revisé la operación cien veces antes de aceptarla. Eran 200 títulos y suponían más de la mitad de mi salario de la época. ¿El resultado? Lo opuesto. SAN hizo todo menos subir.
Fue una lección valiosa, aunque dolorosa. Sin embargo, a partir de ahí, todo cambió. Pasé a tener “skin in the game” en el mundo de la inversión, como dice nuestro amigo Taleb.
Tip zumitero: Solo te empiezas a interesar de verdad por la economía cuando afecta directamente a tu patrimonio y a tu calidad de vida. Ergo, por eso la mayoría de la gente pasa del tema.
A partir de entonces me metí de lleno y comencé una estrategia de inversión por dividendos a base de comprar blue chips españolas de sectores clave: Iberdrola, Enagás, Telefónica, BBVA, BME… ¿Lo malo?
Que la evolución era demasiado lenta y tenía que invertir una barbaridad de capital para ver cómo llegaban unos pocos euros a la cuenta. Y entonces… la liada.
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Mi historia con el trading
Mi amigo me habló de un gurú del trading que prometía que era fácil ganar 30 euros al día operando con CFDs apalancados. Y nos lo creímos. Leímos su libro que básicamente decía que compraras en soportes y vendieras en resistencias y empezamos a operar. Menos mal que para esto usaba una cuenta en un bróker aparte (al menos la teoría la tenía clara).
La cosa es que éramos tres colegas motivados que quedábamos para tomar café y abrir operaciones intradía en el SP500. A veces nos salía por cincuenta euros la broma, otras, ganábamos algunos euros. Lo más peligroso eran los pelotazos, recuerdo que mi colega se compró un móvil tope de gama con los beneficios de una sola operación. Pero claro, tuvo que tomar un riesgo desmedido, el cual quiso repetir y a medio plazo acabó palmando con creces todo lo que había ganado. ¿Lo peor? Que la sensación de estrés era tan bestia que nos quitaba años de vida.
Eso sí, durante esta época me enfriqué con el análisis técnico y aprendí a interpretar gráficos, patrones de velas e indicadores.
Tip zumitero: Si te quieres dedicar al trading, no escuches a los vendehumos de turno y prepárate para sufrir unos niveles de estrés épicos.
Por suerte o por desgracia, el bróker con el que operábamos quebró y decidí que ya había tenido suficiente. Liquidé lo poco que me quedaba en la cuenta de trading y nunca más le tiré a esa operativa.
Para recuperar el dinero tuvimos que rellenar una solicitud al Fondo de Garantía de Inversiones (FOGAIN) y la verdad es que se portaron bien.
En esa época de trader leí libros que me abrieron los ojos sobre la dificultad real de lo que estaba haciendo, como “Trading for a living” de Alexander Elder y “The Intelligent investor” de Benjamin Graham, que recomiendo al 100%.
Tip zumitero: Cuanto más antiguo sea un libro de inversión del que se siga hablando hoy en día, mejor será. La razón es que ya pasó el filtro del tiempo.
Así que de nuevo continué con mi estrategia lenta y aburrida de largo plazo y dividendos.
La tendencia de fondo del mercado ayuda mucho con la moral del inversor. Yo tuve la suerte de que hasta abril de 2015 el IBEX, que era el único índice donde invertía, subía como la espuma y me sentía Warren Buffet. El problema es que a partir de esa fecha la cosa se truncó y empresas que tenían peso y promesas en mi cartera empezaron a recortar dividendos a lo salvaje, e-ehem, un saludo a Telefónica (BME:TEF).
Al principio, confundí los scrips con los dividendos y me fíe demasiado de los informes de los analistas. Vendí Repsol (BME:REP) en 2016 en los mínimos, pensando que el petróleo ya no tenía valor debido al auge del fracking. Fue un error. Cuando el miedo se apoderó de mí, debería haber comprado más.
Tip zumitero: Por mucha rentabilidad que esperes de una empresa, nunca la sobreponderes. Te desbalanceará la cartera y te hará frágil ante resultados inesperados.
Mi aventura con las opciones
El tema es que de nuevo veía como la progresión se ralentizaba e incluso iba para atrás. Esto a nivel psicológico es muy duro, porque empiezas a calcular cuántos meses de trabajo y ahorro has “perdido” con las caídas, el esfuerzo que tuviste que hacer para invertir ese dinero…. no mola nada.
Así que descubrí una manera de operar que era más segura y podía sacarle una rentabilidad suculenta: Las opciones.
Empecé a investigar y decidí abrir cuenta en un bróker aparte, como siempre, para probar la nueva estrategia. La venta de opciones PUT cubiertas funciona así:
Las opciones PUT son un tipo de contrato que otorga a su poseedor el derecho, pero no la obligación, de vender una acción a un precio fijo antes de una fecha determinada. Se utilizan como una especie de seguro, para protegerse contra caídas en el precio de las acciones.
El bottom line de venderlas es “o me das X empresa barata, o me pagas”.
Así que empecé a vender opciones PUT con vencimiento a 3 meses y un precio de strike un diez por ciento por debajo del actual.
Pero una vez más, no todo es tan fácil como parece porque los precios de las primas ya descontaban el escenario que tú prevés. Es decir, que si una empresa es buena y no tiene pinta de que vaya a caer a corto plazo, te van a pagar una mi**da por la prima. Y si quieres una prima suculenta, tienes que arriesgar a vender en momentos en los que parece que todo se va al garete.
Nada nuevo bajo el sol.
Estuve durante varios años siguiendo esta operativa, a la vez que la principal de largo plazo, pero no era la panacea. Cobraba pequeñas cantidades cada tres meses pero tenía un coste muy alto: que tu liquidez estaba comprometida y reservada en caso de que la cotización cayera. Si no, sería operar al descubierto, lo cual no recomiendo ni de coña.
Y otra cosa, que te quedabas sin liquidez para cuando hubiera caídas de verdad, que por otra parte es imposible predecirlas. Así que poco a poco fui dejando de lado esta operativa hasta que hoy en día es algo esporádico. De hecho, la reservo solo para cuando veo una empresa en rango lateral de largo plazo que está cerca de su soporte y no me importaría comprarla.
Tip zumitero: Cuando ya eres inversor experimentado, es más difícil aguantar la liquidez que aguantar la posición.
Y llegó el Crash
Los que somos perros viejos en la inversión tenemos algo en común, el trauma del COVID. O sea, la máxima caída que yo había vivido hasta la fecha fue la del BREXIT, allá por 2016, la cual parece Bambi comparada con la de 2020..
Ver como tu cartera palma un 40% en tres días es un ejercicio interesante, que recomiendo sufrir alguna vez para comprobar hasta dónde llega tu convicción. Gracias a que tenía la experiencia del Brexit, no la lié demasiado.
Empecé a ver precios que nunca imaginé que se volverían a dar. Menos mal que ya estaba anunciada la OPA de BME, a la que no iba a acudir, que mantuvo la cotización de esa acción alta y pude ir vendiendo paquetes para conseguir liquidez y comprar barato. Hablamos de precios de saldo como ACS (BME:ACS) a menos de 15 o AXA (EPA:CS) a 13. Aún así, ese era momento para haber tenido un fondo de liquidez grande, si alguien lo tenía y empezó a invertir en esa época, ahora mismo estará muy bien posicionado.
Pues incluso a día de hoy me sigue costando aguantar la liquidez. Cuando la bolsa va bien, el FOMO es real. Por eso me obligué a crear una cuenta especial a la que llamo “Fondo chollo” y donde meto pasta reservada únicamente a las situaciones donde se ven precios locos.
También en esa época, comprendí cómo la política y las decisiones macro tenían una influencia tremenda en los mercados, con lo cual, empecé a seguir los diarios de noticias y estar al tanto de lo que pasaba.
Tip zumitero: Comprender la macroeconomía te dará el sosiego que necesitas tanto en las épocas de bonanza para que no te creas el Daddy, como en las de bajón para que no te tires por la ventana.
De hecho, te recomiendo que veas este video de Ray Dalio: Cómo funciona la máquina económica.
Toca salir de España
Uno de los errores de los que más me arrepiento fue concentrar toda mi inversión en España durante los primeros siete años. El motivo fue que eran las empresas que conocía, de las que veía sucursales y carteles por la calle… y me sentía cómodo con ellas.
Aparte, en ese tiempo las comisiones del bróker para invertir en empresas extranjeras eran abusivas y se comían casi la rentabilidad por dividendo del primer año. ¿Lo curioso?
Que yo estaba obsesionado con los ratios y claro, los ratios de las americanas eran siempre menos atractivos que los de las españolas, ya que se las consideraba más seguras. Aparte, yo llevaba leyendo desde 2014 que el Dow Jones estaba en máximos y estaba a punto de desplomarse, y a esa caída seguí esperando durante años… juas.
Tip zumitero: Empieza diversificando internacionalmente desde el minuto uno,hoy en día las comisiones son bajas y hay información a tutipleni sobre bolsa y mercados.
Al final tuve que comprobar cómo el IBEX estaba estancado y dependía demasiado de la política del país, que por otra parte apostaba por freír a la gente con más impuestos, demonizar a las empresas y ponerle trabas al crecimiento. E-hem, que te vaya bien por Países Bajos, Ferrovial.
Así que empecé a meterle candela al resto de Europa, USA y UK. Hoy en día el exterior representa un porcentaje cada vez más alto de mi cartera y planeo que siga creciendo hasta el 50-50.
Conclusión
Aprender a invertir en bolsa es un viaje lleno de lecciones, desde errores de pardillo hasta victorias que te harán sentir el lobo de Wall Street. No existe un camino directo, ni un método garantizado de éxito. La paciencia, la disciplina y una comprensión profunda de los incentivos humanos y del capitalismo son las piezas clave de esta aventura.
Pero más allá de estrategias y números, invertir es una experiencia personal que pondrá a prueba tus emociones hasta límites insospechados. Pero no hay otra. Así que lánzate aprende y crece. Y cuanto antes, mejor.
P.D. Nos seguimos leyendo cada mañana en la newsletter de inversión más gamberra de España, Zumitow 😛